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lunes, 23 de mayo de 2011

La Resentida, Somos una Generación a la que no le ha Pasado Nada.

Critica a la obra de teatro“Tratando de hacer una obra que cambie el mundo”
Por Daniela Contreras Bocic

Otro gran acierto de la compañía de teatro La Resentida es “Tratando de hacer una obra que cambie el mundo”, un montaje que nuevamente explora en la estructura como pretexto y texto para crear un universo que denuncia y se auto critica al mismo tiempo, como un soporte escénico que se deja ver en plena vulnerabilidad. Un divertido montaje con ritmo hábil y delirante de principio a fin.

“Tratando de hacer una obra que cambie el mundo” dirigida por Marcos Layera e interpretada por gran parte del elenco de “Simulacro”, relata exactamente lo que su nombre menciona, un grupo de actores que viven internados en una especie de bunker desde hace 4 años (desde que el presidente Piñera asumió el poder) y que trabajan aislados con el único objetivo de montar una obra lo suficientemente conmovedora como para cambiar el mundo. Muchas son las ideas que surgen, y con ellas, las diferencias, las que son expuestas con notable verosimilitud por parte de los actores, quienes se gritan, insultan, agreden, lloran, perdonan y argumentan intensamente en escena.

Son las relaciones, los conflictos entre los personajes, y como el encierro pone en crisis la gran idea de hacer una historia inolvidable, lo más interesante del montaje. Un discurso del actor-actriz que trata de cumplir su responsabilidad de artista ante un mundo que sufre hambre, guerras y desigualdad, pero que, en el absurdo de un encierro y la confusión de la búsqueda de la representación perfecta, se abre a un inteligente debate. La Resentida se ríe, pelea y llora, se burla de la representación sin contenido, defiende la posición política del arte y concluye que somos una generación sin mayores problemas históricos en la búsqueda constante de la justicia, en la que los actores-actrices no son burgueses, aunque algunos quieran desarticular al arte con este argumento, instalando la dificultad de esta labor profesional.


En esta oportunidad destacan el uso de la música y las canciones, interpretadas por los mismos actores, el uso del espacio escénico, muy simple e ingenioso, que incluye la tumba de un ex actor que ha muerto durante esos años, el que se encuentra enterrado en el bunker y cuya información ocultan a sus familias, quienes se relacionan con ellos a través de cajas lanzadas desde el techo con alimento y mensajes. Asimismo sobresalen todas las actuaciones, sin excepción, quienes se mueven con total frescura desde el ácido humor hasta la más agresiva de las discusiones.

Al igual que “Simulacro”, pero esta vez en un tema más definido, La Resentida aborda las situaciones escénicas a través de la desarticulación y mientras avanza, destruye el concepto de representación vacía para construir un discurso propio con toda la fragilidad y la valentía que eso supone.

Autor: Compañía La – Resentida
Dirección: Marco Layera
Elenco: Carolina Palacios, Benjamín Westall, Pedro Muñoz, Eduardo Herrera, Ezzio Debernardi
Diseño: Pablo de la Fuente
Producción Nacional: Daniela Montt
Producción Internacional: Natalia Matus


Temporada: hasta el  29 de mayo (sábado 21 no hay función)
Lugar: Sala de Teatro Universidad Mayor, Santo Domingo 711
Horarios: Jueves, viernes y sábado 21:00 hrs. / Domingo 20:00 hrs.
Valores: $4.000 General / $2.500 Estudiantes y 3° edad / $2.000 jueves populares
Reservas: 328 18 67

viernes, 20 de mayo de 2011

Dios es un lujo

Crítica a la obra de Teatro “Dios es un lujo”
Por Marcela Piña


Evidentemente, Dios es un lujo para tres prostitutas, un travesti y una joven adicta a la pasta base, todos atrapados en un sistema sin oportunidades en el que varias de sus noches transitan en un calabozo frío y de difícil salida. Esta es la historia que Gopal Ibarra y Rodrigo Soto decidieron escribir y escenificar. Este montaje se está presentando en Teatro Mori y cuenta con las actuaciones de Aliocha de la Sotta, Viviana Basoalto, Cecilia Herrera, Juan Pablo Miranda y Mónica Ríos.

Mientras los cinco personajes esperan que algún familiar o amor de la calle los venga a rescatar del encierro, compartirán sus vivencias, temores, angustias y sueños, los que a través de un crudo diálogo, enjuiciarán el modo en que cada uno sobrevive, enfrenta su vida y su sentido.
Una puesta en escena simple, donde el texto y las destacables actuaciones sorprenden. Rodrigo Soto, director de “Dios en un lujo” nos presenta en escena a personajes desorganizados, desprovistos de ideas, fundamentos y de la verdadera conciencia de sus estados deplorables. La austeridad en los recursos escenográficos nos sitúan desde el comienzo de la obra en un espacio frío, carente e insuficiente, sólo un foco elipsoidal que proyecta una luz en forma de rectángulo es el marco de la escena, colocando en el centro de la historia a los personajes, sus relaciones y diálogos.
Uno de los momentos más sobresalientes de la obra, es cuando la joven adicta a la pasta base desafía a sus compañeras de celda: Rocío, la Flaca, la Chesca y Sandra, para hablarles de la vida fundamentando su angustia y adicción, con una inteligencia real y reveladora. Ella se dirige a sus compañeras de calabozo como simples sujetos inmóviles, incapaces de actuar porque no conocen nada más que su margen e ignorancia. Además razona como el DIOS que hemos construido en la sociedad no les pertenece a todos, sólo a algunos que tienen el privilegio de que exista en sus casas, barrios y vida. En cambio al lado sur de la ciudad la ausencia de Él es completa.
Si bien todas las actuaciones son indiscutiblemente bien logradas, la personificación de Aliocha de la Sotta en el rol de “La flaca” traduce una visión, un cuerpo y un alma coherentemente dañado. Ella representa ese rostro social que nadie quiere ver, lleno de rabia y pena, y la actriz lo lleva a escena sin miedos. La imagen de una prostituta que alcanza los 30 años, mal vestida y deteriorada nos hace pensar acerca de la múltiple marginalidad en el mundo de la prostitución y la pobreza.
Totalmente recomendable para alguien que quiere emocionarse y reír al mismo tiempo. La ironía está presente de principio a fin.

Autor: Rodrigo Soto y Gopal Ibarra
Director: Rodrigo Soto
Elenco: Aliocha de La Sotta, Viviana Basoalto, Monica Rios , Cecilia Herrera, Juan Pablo Miranda
Lugar: Teatro Mori Bellavista
Horario: viernes y sábado a las 20.30 horas
Temporada: desde el 6 de mayo
Valores: $7.000 genera y $4.000 estudiantes y tercera edad.

Obra destacada año 2010

Crítica a la obra de Teatro “La Amante Fascista”

Por Marcela Piña
Cabe señalar que “La amante fascista” es un texto muy bien logrado, en el que la ironía y la política son las protagonistas. Está escrito desde todos los lugares comunes que pueden existir para aquellos chilenos que compartieron el periodo histórico comprendido entre 1973 y 1990, logrando así un reconocimiento de país notable.

Durante la obra volvió a mi memoria un recuerdo muy particular de mi infancia. Mi mamá tenía una amiga muy “facha”, siempre hacía comentarios poco gratos, halagando sin pudor al  dictador Augusto Pinochet. Recuerdo perfectamente que un día viendo televisión en compañía de ella, comentó: “Ese fue el gran error del tatita, dejar a todos estos comunistas vivos, ¿por qué no los mató a todos?”. En ese instante me di cuenta de la tremenda distancia, de la brecha opinante que dividía al país. Me sentí igual al escuchar los textos de Chato Moreno en esta obra.

“La amante fascista” invita al espectador a sumergirse en la vida de Iris Rojas,  una mujer cruel, pinochetista y fascista, de 45 años, de clase media baja, esposa de un oficial de ejército (Ricardo), quien cumple misión en Panamá, instancia aprovechada por Iris para tener una relación sentimental paralela con el Señor Espina, el Dictador. A Iris le encanta sentirse poderosa y con el Señor Espina, ella cree obtenerlo.

Esta figura del “dictador” es una de las grandes ironías a través de la obra de Chato Moreno. El señor Espina adquiere diferentes personalidades, ya que él mismo es también algo así como el Sr. Espina de La Oficina del “Jappening con Ja”, programa creado en 1978 durante la dictadura militar y que llegó imponer valores fundamentales en tiempos de dictadura: el exceso de poder, el castigo a la inoperancia, la desobediencia y la completa humillación.
“La Amante Fascista”, es la última obra del dramaturgo chileno Alejandro Moreno (nacido en 1975) y dirigida por Víctor Carrasco. Chato Moreno reside en Nueva York hace más de tres años y quien  ha escrito varias piezas teatrales, entre las que destacan, “Todos saben quién fue”, “La mujer gallina”, “Sala de Urgencia” y “La vagina de Laura Ingalls”, “Norte” (Mejor Montaje Teatral por el Círculo de Críticos el 2008).
El “Jappening con Ja”, llegó a ser un referente mediático en Chile muy importante, de los creadores del Dingolondango, esta serie de humor blanco fue uno de los muchos programas cuyo objetivo era distraer y evadir la feroz y silenciosa batalla que vivía Chile día a día. Ejemplificadora era la sumisión de “Gertrudis” (la secretaria tímida y “perna”) y la prepotencia del “Sr. Zañartu” y “Espina”  o “chupa medias” (Jefe de la oficina y su principal subalterno). Eran para todos actitudes normales y validadas por el país completo, encontrando varios de los personajes en las oficinas de todo Chile, surgiendo un simulacro de estereotipos entre los funcionarios públicos y privados.

La protagonista de “La amante fascista” es interpretada por la ex Ministra de Cultura Paulina Urrutia que es extraordinariamente brillante y versátil cuyo personaje se construye en una permanente y delirante contradicción. Al ver la obra se podría inferir que fue escrita para que ella la actuara, porque  el nivel de interpretación es de alto vuelo con infinitos matices.

Durante una hora y media Iris revienta todos los íconos y recuerdos más dolorosos de la dictadura militar, destruye la canción “Te Recuerdo Amanda”, de Víctor Jara para simplificarla en que es una canción de desencuentros domésticos y que Manuel no desapareció, sino que se fue con otra mujer. Asimismo, señala que los detenidos desaparecidos no son sino esposos aburridos que escapan de sus mujeres, todo en un ambiente e interpretación muy descalificadora, ridícula e irónica.

La nueva obra de Alejandro Moreno, viene a refrescar la dramaturgia política que ha escrito sobre la dictadura en Chile, Chato Moreno revisita una historia antigua desde otra arista nunca antes abordada, una mujer de extrema derecha, ambiciosa, conservadora y arribista que vive en una villa militar en una provincia del norte de Chile, junto a su hijo. Ella ha dedicado su vida a la institución militar. Una vez más, la dramaturgia de Moreno habla desde la provincia: el Norte, lugar árido, solitario y alejado, logrando describir la desolación, abandono y frialdad máxima de un personaje desalmado.







miércoles, 18 de mayo de 2011

Lo Masculino, desde la psicología hacia el cuerpo.

Critica a la obra “Los Hombres No” de Pablo Cortés
Por Pamela Lagos

En el Centro Creación Coreográfica, Matta Oriente 525, se presenta desde el 29 de Abril al 22 de mayo el montaje “Los Hombres No” dirigida por Pablo Cortés, una verdadera apuesta de este nuevo creador emergente, quien elabora una reflexión de la identidad masculina chilena y su construcción contemporánea.
Pablo Cortés estudió 4 años la carrera de psicología en la Universidad de Valparaíso antes de estudiar danza en la Academia de Humanismo Cristiano “Espiral”, en la que actualmente cursa el último año. Estas dos carreras, la psicología y la danza, lo han llevado a tener una amplia mirada sobre los temas de actualidad, vinculando las áreas en la creación. Su primer montaje profesional, “Los hombres No”, ha sido posible gracias al  financiamiento del Fondo Nacional de las Artes, Fondart Regional 2010.
Es interesante lo que Pablo Cortés nos plantea en “Los Hombres No”, que para poder hablar de la masculinidad, tiene que haber una mujer para marcar lo contrario y hablar de aquellas diferencias e igualdades. Es así como parte de la premisa del cuerpo masculino y cotidiano de sus intérpretes: Andrés Maulén, Magnus Rasmussen y Luis Leiva, donde la bailarina Betania González es el punto de conflicto de lo masculino, realizando un versus lo femenino, estableciendo la diferencia, el otro punto de vista, o los significados de su representación en madre, mujer, la virgen del Carmen, etc. En este sentido, podemos realizar un análisis del enfoque del cuerpo en su contexto de género que se aborda en la obra, buscando desglosar y analizar el montaje de danza a través de una deconstrucción de los elementos visuales, narrativos y corporales, develando los subtextos que la componen para abordar un punto de vista hacia la gestualidad en el espacio, como un dispositivo discursivo y crítico.
La reflexión en torno a la identidad masculina en la sociedad chilena de hoy, parece estar intrínsecamente avalada por la visión e imagen del mundo de lo masculino sostenida desde hace siglos en la historia de la humanidad. Ancestralmente, la estructura jerárquica del poder ha pertenecido a los hombres, quienes tienen que cumplir con ciertos cánones y expectativas, reglas sociales de comportamiento  además de superar pruebas de competencia, para justamente para dominar a sus pares y solventar su masculinidad.
El lenguaje de la obra se construye a partir de estos conceptos psicológicos, concernientes a los comportamientos sociales y las relaciones de poder, buscando descubrir un nuevo discurso narrativo desde la voz como un elemento más del cuerpo, con una propuesta narrativa no lineal,  como si fueran fragmentos de reflexiones sobre el ser hombre en lo cotidiano. Lo que nos hace contemplar un montaje crítico contemporáneo sobre la sociedad y estereotipos masculinos, que se sostiene por la cantidad de aristas que se establecen sobre el tema.
En la filosofía de Heidegger podemos reconocer similitudes cuando nos plantea que el hombre es un decir inconcluso, cuya propia existencia encarna una determinada representación e interpretación del mundo. El ser es lenguaje y tiempo, y nuestro contacto con las cosas está siempre mediado por prejuicios y expectativas como consecuencia del uso del lenguaje. Cualquier respuesta a una pregunta acerca de la realidad está manipulada de antemano, ya que siempre existe una precomprensión acerca de todo lo que se piensa. Esta precomprensión de las cosas produce una circularidad natural en la comprensión que va de lo incomprendido a lo comprendido, el círculo hermenéutico, que no es exactamente un límite o un error del conocimiento, sino algo intrínseco al hombre e inevitable, pero que se constituye como una oportunidad que nos permite conocer el todo a través de las partes y viceversa.
Todo aquello está presente en “Los hombres No”, bajo premisas de dar órdenes sobre otro cuerpo, que van desde lo cotidiano a lo extracotidiano en la kinética corporal. La danza se entreteje y se hace interesante con el tratamiento de los conceptos: cumplir expectativas, comportamiento social, superar pruebas y manipulación. La obra nos plantea una sociedad marcada por las diferencias de actitudes entre hombres y mujeres, desde cómo nos vestimos, comportamos, movemos y relacionamos.
Se pretende realizar un enfoque distinto del desarrollo del lenguaje de la danza, ya que la investigación teórica y práctica del montaje arroja conceptos a tratar en el cuerpo que se basan en el movimiento simple, orgánico y común, se busca entonces el movimiento cotidiano, sin caer en adornos ni exageraciones, pero también sucede la composición de fraseos, las técnicas, cuerpos que se adaptan a realizar saltos, contactos entre los cuerpos; reconociendo una capacidad de movimiento que surge desde la temática a trabajar y que da al espectador la sensación de cierto goce que los intérpretes manifiestan, ya que siempre hay algo lúdico que va ocurriendo, a veces a modo de ironía implícita y subjetiva sobre cánones preestablecidos con respecto a la danza, a su disciplina, a la ejecución, como también al género y al sexo. Un discurso consciente de crítica de los cánones preestablecidos sobre el tema de la masculinidad y la danza.
En esta obra es a partir del cuerpo que se van suscitando los acontecimientos, el lenguaje corporal viene a dar un significante de la temática que se plantea en el espacio, en el cuerpo y en el del otro, donde el todo es más simple, donde lo importante es la acción conceptual que va interrelacionándose con los cuerpos, el espacio, el movimiento y los elementos.
Entre los cuatro intérpretes se desarrollan distintas relaciones de poder según las posibilidades que trazan sus propios cuerpos: de la mujer hacia los varones, los machos a la hembra, entre dos hombres, entre hombre y mujer, entre los tres hombres, etc. Haciendo evidente la relación de poder que surge en la obediencia, puesto que si no hay obediencia, no hay relación de poder. Dándonos como referente a un Chile en el que se deja entrever la manipulación, los ordenamientos sociales, los cánones sistemáticos, la hegemonía militar, las luchas de poder, el machismo, etc. Recurren a esto en varias ocasiones llevando el recurso hasta el límite, como una operación también del poder, cuestionando o dirigiendo esa información y lenguaje.
Como gran aparataje simbólico, tenemos en escena una gran tela color piel que está colgada desde el techo, esta imagen alude inmediatamente a un útero, el cual cobija y protege pero también limita y asfixia. Este símbolo colgado y que mantiene distancia con la tierra, puede darnos infinitas lecturas, ya que podemos hacer una comparación con otras culturas, en que en los ritos agrarios, la fecundidad de la mujer estaba ligada a la de la tierra o al mar, constituyendo ésta un monopolio femenino, tanto material como espiritual. Es entonces cuestionable que este símbolo femenino en el montaje se encuentre espacialmente en el nivel alto, quizás por dar preponderancia a entregar una crítica a nuestra actualidad, en que la valorización de la mujer es algo idealizable o ilusorio en una sociedad machista.
Este útero contiene todos los elementos que aparecen en las escenas, desde ahí salen el pito, el cronómetro, la máscara, las pelucas y un muñeco inflable. Es entonces que se establecen ciertos significados en la forma que estos elementos se utilizan: Para demarcar las órdenes y condiciones se realizan a través del sonido del pito o del cronómetro, tal cual como el reflejo condicionado de Pavlov, y es que quizás somos una sociedad que sigue reglas de acciones y comportamientos que se nos imponen, cual perros de laboratorio de quienes llevan el poder.
Las pelucas o la máscara nos muestran hombres que se disfrazan y ocultan algo bajo los cánones preestablecidos de la sociedad y es sólo a través de este aparataje que reflejan su homosexualidad.
El útero gigante al dar a luz a un hombre de plástico, simboliza la desintegración, la destrucción y la muerte del hombre, nos manifiesta su artificio y materialidad desechable que se hace evidente, convirtiéndolo en un dispositivo de tensión para romper con la estructura marcial militar que se estaba dando como propuesta en ese momento.
Este útero, al transformarse en la falda de la intérprete, nos permite realizar una operación de asociación a Jung y su arquetipo de la madre como diosa, donde la música alude a lo sacro entregándonos como inconsciente colectivo la imagen de la virgen del Carmen y en cuya escena final de la obra, se manifiesta en la naturaleza humana como protección y alimentación a estos hombres que comen carne de su mano. En este sentido, se visibilizan todos los arquetipos psicológicos que tiene el hombre con respecto de una mujer, realizando la coherencia del sentido en el hombre más allá del significado de madre: la mágica autoridad de lo femenino, la sabiduría y la altura espiritual más allá del intelecto, lo bondadoso, protector, sustentador, lo que da crecimiento, fertilidad y alimento; el lugar de la transformación mágica, del renacer; el instinto o impulso que ayuda, y lo que entrega a comer a los hombres, significando lo secreto, lo escondido, el abismo, lo que devora, lo que seduce.
En cuanto a la iluminación, diseñada por Marcelo Arancibia, es interesante la investigación de luz que se realiza en el espacio y en los intérpretes, al utilizar elipsoidales que sólo iluminan zonas del cuerpo quedando por descifrar lo demás, no exponiendo al espectador la totalidad sino haciendo que el cuerpo aparezca en un discurso fragmentado. Con esta misma idea se crean diversos espacios dentro de la sala, transformándola, creando diversas atmósferas y propuestas de imágenes, donde se advierte una dimensión psicológica más que temporal.
La composición musical, de Esteban Illanes, realiza un acompañamiento marcando hitos dentro del montaje, desarrollándose una relación del sonido en servicio con la voz, en el cual su mínimo volumen o silencio se debe a resaltar lo que los intérpretes dicen en escena y su florecimiento cuando el cuerpo sin voz danza y lo conduce una melodía.
El vestuario a cargo de Alexandra Mabes nos evidencia en todo momento la cotidianeidad explícita que se busca, se denota la comodidad de los intérpretes y se resalta su individualidad; quizás es tal cual como cada uno se viste a diario, sólo se escapa esta gran transformación de tela que en un principio es un útero y luego se adapta a ser un faldón entregando una imagen clara.
A modo de conclusión, podemos decir que “Los hombres No” no recae en la retórica de la versión hegemónica de masculinidad que se presenta comúnmente como un significado único, atemporal y universal, sino que da nuevas perspectivas en la problemática, replanteando la importancia de la mujer sobre una mitificación de lo que significa ser un hombre, donde ciertamente el sexismo como macroestructura del poder, genera  ideologías que actúan extendiendo y legitimando las relaciones de poder. En este sentido, la subordinación de género se visibiliza y permanece en un plano consciente.
Pero el poder interpersonal nos es sólo una derivación de las desigualdades macroestructurales, ya que es reconstruido, desafiado, adaptado, negociado y o reafirmado en la vida cotidiana, un machismo chilensis demarcado por imágenes de ideales femeninos como la madre y de una religión católica que se evidencia en la urbe de Santiago cuando encontramos en el nivel más alto del cerro San Cristóbal a la virgen que, tal como imagen de madre, tiene la finalidad de cuidarnos y protegernos pero también de limitarnos y asfixiarnos, concretando la semejanza con la imagen del útero del inicio en su ubicación y con ello el círculo hermenéutico antes expuesto.

Cuerpo Estable

Critica a la obra “Territorio Inestable” de Pilar Von Hummel
Por Pamela Lagos
La obra de danza Contemporánea  “Territorio Inestable” se presentó en el Centro Creación Coreográfica Matta Oriente, desde el 1 al 24 de Abril de este año, gracias a la adjudicación del financiamiento del Fondart 2010. Es un montaje de creación colectiva con la dirección general de Pilar Von Hummel, quien estudió en Nueva York en la Escuela de Danza Merce Cunningham, obteniendo los honores Merce Cunningham Scholarship 1997 y 1998.
En el montaje se asume la propuesta de un nuevo espacio, una tarima móvil donde ocurre la intervención de 5 cuerpos en estado cotidiano y de danza, quienes realizan un discurso corporal de relaciones donde se juntan tanto los bailarines Gonzalo Beltrán, Amelia Ibáñez, Pilar Von Hummel, como el músico Miguel Torreblanca y la vestuarista Francisca Von Hummel.

Sobre este espacio habitan los cuerpos. En un comienzo es muy interesante la simpleza de sus movimientos al utilizar sólo caminatas pero, en el transcurso de la obra, no alcanzan a profundizar en el lenguaje del cuerpo con esta estructura. Sus cuerpos se ven demasiado estables, física y emocionalmente, para lo que la obra plantea: un territorio inestable, propio del lugar y país en el que estamos insertos. En definitiva, no se logra aprovechar las posibilidades que sobre esta estructura podrían desarrollarse.
En medio de la obra aparece un nuevo elemento escénico que genera un conflicto: un pájaro de mimbre de aproximadamente un metro de largo, muy dúctil y etéreo,  sostenido por una grúa en un principio y después tomado por uno de los intérpretes. Esta imagen, muy potente y foco de toda la obra de aquí en adelante, nos deja interpretar el simbolismo de la imagen onírica, teniendo en cuenta que el pájaro alude siempre a nuestros deseos de libertad, de alzarnos por encima de circunstancias adversas, reveladora de un carácter luchador y de un espíritu libre y valiente. La kinética de los intérpretes al contener el pájaro en sus cuerpos es de imitar sus movimientos. Comienza a ocurrir la competencia entres lo pares para obtenerlo, siendo líderes cuando lo logran. Esto nos deja entrever un reflejo de nuestra sociedad, una competitividad constante con un otro, donde la utopía de la libertad es disfrazada por el poder. En estas acciones se deja totalmente de lado la estructura móvil sobre la que están bailando y entonces podemos cuestionarnos si realmente la obra podría desarrollarse sobre un territorio plano, convencional, ya que el ser móvil no altera el orden societario que se nos plantea en la obra.
Es interesante la expectativa que genera que la vestuarista esté en escena cosiendo los abrigos por 30 minutos, pero cuando los intérpretes utilizan este recurso, la imagen de abrigos cosidos en serie dura menos de un minuto, lo que hace innecesaria e inconsistente su participación.
Por lo general se genera una dramaturgia muy borrosa en la obra, porque no hay claridad del por qué y para qué tenemos una coreografía sobre un territorio móvil cuya inestabilidad no se plantea en absoluto en los cuerpos de los intérpretes, donde las escenas son muy ambiguas y distantes unas de otras, ya que no logran traducirnos el enfoque de la propuesta.
Las directrices de lenguaje e interpretación también están confusas. Vemos a un Gonzalo Beltrán moviéndose de la misma manera como en Loop 3 y otros proyectos, y a las bailarinas Amelia Ibáñez y Pilar Von Hummel utilizando el mismo lenguaje técnico de sus academias, un contact aprendido que no se coloca al servicio o planteamiento de la obra. No se realiza una investigación profunda de sus cuerpos con lo que les sucede al ocupar una estructura móvil, donde la inestabilidad permite la ejecución y estudio del peso, caída, juego de inestabilidad y estabilidad, cambio de cualidades kinéticas y expresivas, cambio de velocidades que implican utilizar el riesgo como posibilidades que les ofrece este territorio inestable.
La música de Miguel Torreblanca y la iluminación diseñada por Rodrigo Ruiz y ejecutada por Nicolás Jofré, sólo cumplen un acompañamiento funcional dentro de la obra, no realizan un aporte significativo para generar atmósferas.
La arquitectura realizada por Diego Elton, la estructura móvil que permite un juego de sube y baja del piso, aunque tremendamente interesante y novedosa en el ámbito de la danza, se desaprovecha durante los 45 minutos de la obra por la falta de investigación y desarrollo de parte de los intérpretes con la estructura, por lo que pierde interés y praxis el nombre de “Territorio Inestable”.